domingo, 30 de mayo de 2010

perfección

algo nuevo que decir, que alegar, que reflexionar de este mundo y nuestras super relaciones entre hermanos que no tan hermanos somos.

desde mis ojos, que no son pequeños dirían algunos, que encantan o aterran según los gustos, veo el mundo, y los errores o aciertos en el mismo.
La aprobación y desaprobacion exhaustiva de los pares, me referiré a eso, a esa temida variable siempre presente de nuestras percepciones y deseos, de lo que consideramos valorable o perfecto.

ay Dios! que no te conozco de frente, pero te siento en todo lo que me parece bello y valorable más quizás que mi propia vida, porque siento que todo es mayor que mi, dicho como una nena pequeña.
me dicen por el interino, que tengo don para decir cosas escritas, hablando me tupo tan torpemente como topo bajo tierra con un sol directo a los ojos alumbrándolo, te lo imaginas? uf! pobre topo

a veces somos topos, cegatones que no vemos nada de lo bueno, más torpes que el topo, el topo es un genio porque la naturaleza lo hizo perfecto

los menos afortunados somos los machos y hembras humanas, pucha que somos torpes!
buscamos perfeccion, nos creemos perfectos, y la naturaleza insiste siempre ganando, en que no lo somos ni apenas... por soberbios y vacíos
¡¿de qué me serviría creérmelo, si caería en el error de ser un payaso sin brillo que saca más risas por su calidad de ridículo que por su belleza honesta?!.

entre nosotros, captar la atención debemos, dicho al estilo yoda,
competir por la conquista del éxito, de la belleza, la preferencia del sexo opuesto,
a veces todo ello me parece circense, por tratar de ser lo que no soy, y lo que soy es difícil de decir, por lo que la mejor opción es ser simplemente así nomás, aceptando las bellezas que poseo y las horripilancias que me hacen yo, y como Dios o mis padres dirán, soy la chica más especial inteligente y perfectamente preciosa, que han tenido jamás la dicha de crear....



espaldas y reverencia, me gusta

martes, 25 de mayo de 2010

como testa mento

Así como están las cosas, cuesta ser libre. No es chiste cuando dicen que cuesta tanto lograr ser independiente, porque cada día dependemos de más cosas, en cuanto las dejamos entrar a nuestras vidas, tal como vampiros nos van chupando con hipnóticos sedantes. Me duele la cabeza cuando me presionan, no es que no quiera aprender ni dar lo mejor de mí, pues tengo toda la intención de hacerlo, pero la forma en que la piden me es incolora, indiferente, aburrida y simplista. Creo tanto en fuerzas superiores, como no creo en el sistema de la vida moderna, esta que nos exige más y más de cementos que de hojas amarillas en otoño. Lo tengo claro, es cosa de ver nuestra preciosa naturaleza como llora y se pone más triste de que no tenemos tiempo de admirarla, de cuidarla, de conectarnos a ella como nos conectamos a la tecnología… siento tristeza cuando veo que no puedo ser campesina, labrar mi tierra y plantar un tomate, verlo crecer y poner mi orgullo en él, en su sabor dulce y sabroso, ¿por qué? porque sería roto, sería poco emprendedor, sería descabellado mirar hacia otro horizonte que no sea el que eligen exitosos y bien remunerados trabajos. En el amor a la creación que sé que un Dios nos regaló. Tengo suerte sí, porque fui criada a la usanza natural, de recorrer paseos maravillosos en contacto sumo con la naturaleza, con el agua con el cielo y como siempre, admire las nubes hasta hoy. Recuerdo la vida adentro mío, en las muertes y nacimientos en mi familia, sentir por primera vez en mis brazos a un niño salido de mi hermana mayor, contemplar su vida, me lleno de alegría y emoción, claro, una muestra de que vivo para emocionarme con cada cosa que ocurre bajos mis narices. Tan poco sé de ello, tan poco sé de cómo funciona el universo, que más me apego a él, por querer adentrarme, que me tome y me lleve felizmente a la suerte de lo que sea. He vivido poco, he sido una niña mucho tiempo y ahora de a poco me he vuelto más fuerte para decidir y amar lo que tengo. Me da miedo estar equivocada, pero tengo esperanza, muy firme esperanza, de que así como va todo, no está bien, y que amar es la vía, amar la vida que tengo y las decoraciones en ella. He avanzado, recuerdo mis ideales de niña, no muy diferentes a los de ahora, recuerdo a los de la adolescencia, más perdidos buscando estos de hoy… recuerdo mi tiempo de “solitude”, y que en ese tiempo estaba más triste porque no tenía cariño directo, sufrir es bueno para apreciar lo que somos, lo que tenemos, lo que queremos y lo que no olvidamos.

viernes, 14 de mayo de 2010

dulce ángel de la guarda, dulce compañía

nadie puede negar que en ocasiones el corazón pareciera que fuera a reventar de pena.
anoche le dije a mi ángel guardián, pues bien creo en uno, no alado o de blanco, algo anda por ahi rondando mis espacios en todo momento, oyendo mis suplicas y peticiones de protección y guía en momentos opacos... de niña me dijeron que existía, y como han pasado los años, sí que creo en él, muchas veces me ha mostrado vías, sendas, caminos, gustos que he tenido, porque aunque no lo veo, lo siento muy presente, creo en él feacientemente, sé que está a mi lado, y que nunca me deja de escuchar. Bien se interesa en mí y me abraza cuando nadie lo hace, no tengo idea cómo se llama, pero de verdad está.

martes, 11 de mayo de 2010

salud a mis hermanos

a mis queridísimos hermanos, nunca los voy a olvidar.
mi hermano tuvo el primer espacio en mi vida, por cercanía de edad y gustos que nos unían, lazos fuertes y amenos, con discusiones y peleas a veces...
a las chicas las quiero mucho, en parte la mayor que ha sido como mi madre muchas veces, y a la segunda por su cariño y demostración siempre de preocupación...
los quiero por lo variados que son, y porque cada uno representa un sentimiento distinto en mi corazón, constituyen un pedestal importante, y sé que siempre serán mis amigos, mejores, cercanos, honestos... los más queridos

jueves, 6 de mayo de 2010

Crónica chanquina

Todos los adultos fuimos niños, un mundo sin infantes, no permitiría un mundo de adultos, ni de abuelos. Todos tiramos semillas, creamos historias diferentes, o muy similares entre sí. Debe ser porque las posibilidades son casi siempre las mismas, sólo es el mismo individuo el que decide hacer sus sueños realidad. Hoy recuerdo mis primeros años, con la mente despierta a todo estímulo natural, todo era impresionante, recuerdo que miraba con ojos de microscopio las plantas y el cielo, me acuerdo de los jardines que conocí, el primer mundo limitado de los niños. Fui tan feliz como mis hermanos y primos jugando en esos patios llenos de flores, árboles, palos, troncos, tierra, bichitos, mascotas y para coronarlo, un cielo extendido hasta el infinito resguardando cada cosa que ahí ocurría. Teníamos una imaginación digna de niños obligados a entretenerse solos, a llenar esos vacíos de ansiedad con creaciones e improvisaciones. El jardín de la casa de mi abuelo en Chanco, que ya no existe tras la demolición de la casona, es el motivo que me impulsa a plasmar esos recuerdos, de una forma muy vaga probablemente. Esa casa con olor a adobe, a humedad en invierno, a viejitos todo el año, guardó hasta hace una semana, cientos de visitas realizadas sagradamente cada fin de semana, al menos hasta que dejamos de vivir en Cauquenes. Me acuerdo de llegar a ver al tata Tuco, que con balbuceos por su trombosis, nos saludaba más feliz que pajarito en primavera porque llegaba su Pato, con su querida nuera Cone, que alguna vez fue conocida como Conejita, motivo de lo buena que era para comer, aún así era guapa y delicadita como ella nomás. Mi tatita lindo, vivía en su pueblo natal como muchos abuelitos y gente de campo, un lugar maravilloso para vivir la vejez. Mi papá, su segundo hijo de cuatro, dos hombres y dos mujeres, se llama igual que su padre. Siguiendo la tradición, bautizó a mi hermano como él y el tata, poniéndole el aprecio que le significaba ser bautizado así, Francisco Patricio Pérez. Como era el único, que cargaría con el honor, jeje para colmo de algunos, me daba cuenta sin celos, porque no era asi, de que el tata le tenía tanto orgullo al enano, que cada vez que iba, lo regaloneaba llevándolo a tomar una bebida al Club Social, como muestra del festejo de tener un nieto que llevara su apellido. El abuelo era así, a la antigua, correcto, mañoso para sus cosas, pero también demasiado amoroso, cargante a ratos con sus hijos, don que mi papá heredó. No tengo mayores aventuras en Chanco, no así mis hermanas mayores que pasaban temporadas vacacionales con el Tuco y la abuela Violeta, rompiendo más de un corazón chanquino, las nietas del Tuco Pérez eran admiradas y queridas sin exagerar. Todos las conocían, porque mi abuelo era muy famoso, aún lo es, mucha gente lo recuerda con aprecio y admiración, así como a la abuelita Dolores, que no alcancé a conocer, pero por lo que dicen las buenas lenguas, era un ángel, capaz de hacerles canastos llenos de rosquitas a sus hijos para regalonearlos, receta que mi mamá aprendió y que le enseñó a sus hermanas, así se traspasan las buenas costumbres. Volviendo a las visitas de mis hermanas, el tata feliz con las nenas en su casa, las entusiasmaba con paseos al bosque, a la playa, a la plaza, a veces las obligaba a desfilar llevando el estandarte del Club Deportivo Chanco del que el abuelo fue fundador, con toda esa presión a cuestas, mis hermanas lo llevaban con vergüenza más que orgullo, no les debe haber sido gracioso desfilar ante tantas personas, ni menos jóvenes que las pretendieran, el único orgulloso, era el abuelo que las miraba más inflado que piñata. Una anécdota de mi hermana Alejandra, mis papás la mandaban sola en micro a Chanco, lo que le encantaba, asi como los huevos duros que comía hasta hartarse en sus viajes y paseos. Siempre la molestan por su amor a comer de chica, de todas maneras era tan encantadora, que logró enamorar a varios chiquillos de la zona, sin interesarse ella.
Me gustaba mucho la naturalidad de la zona, el camino no permitía pestañeo, de hecho aún, pero los paseos de esos años, estaban llenos de lluvias especiales, campos verdosos, una casa con un árbol en el centro, la del tío Chanduja, (muchos paseos tuvimos ahí con mis tíos queridos de Cauquenes) los aromos en septiembre, que desplegaban el olor más rico del mundo. Mis papás ponían música de su gusto, pero cabían justo para las sensaciones que nacían de los viajes; escuchaban Illapu, Víctor Jara, entre otros. Mi papá a veces nos contaba cuentos, a su estilo, un poco chistosos como su característica. Un día con mi hermano estábamos jugando en la casa de Cauquenes, un domingo primaveral porque no hacía frío, era tanta la exaltación, que no quisimos ir con mis papás a ver a los abuelos. No nos detuvieron en nuestra decisión, felices nos quedamos jugando, éramos muy chicos. Cuando llegaron, nos mandaron a acostar como a las 8 de la noche, los dos llorábamos como magdalenos, no evito reírme al acordarme. A pesar de lo sublime del paseo, tengo que admitir mi pésima resistencia a las muchas curvas que constituyen la vía para llegar a la costa maulina. Era la más chica del auto, aunque de largas extremidades, me enrollaba adelante con mi mamá. Mis papás debían saber que yo me iba a marear, no había viaje sin que lo hiciera. Cuando estaba blanca como papel, paraban el auto y yo echaba afuera mi malestar, así me sentía mejor. El jardín de la casa era tan extenso a los ojos nuestros, lleno de flores y árboles, habían calas que le gustaban a mi mamá, camelias, hierbitas de varios tipos, y árboles frutales. El tesoro escondido estaba atrás, resguardado con candado. Había que pasar un pasillo estrecho y oscuro, que me daba pánico ir sola. Cuando íbamos todos era la oportunidad de pasar sin miedo y recorrer el terreno ansiado. Los papayos del final, trepar las ramas, alcanzar los frutos, el olor. Todos reíamos porque éramos monos colgando de sus ramas, medios trapecistas moviéndose de un lado a otro, según dónde se encontrara la fruta. A veces plantaban frutillas, blanquitas como son las originales, con el dulzor preciso para comerlas solas, o para hacer ponches típicos de la gente chanquina. La matanza de los chanchos también era un espectáculo, con mi hermano y yunta de expediciones en esos años, nos filtrábamos entre las ramas, haciendo tonterías, apreciando el paraíso de la flora y fauna, mirábamos cómo descuartizaban a los pobres cerditos para hacer mil causeos con ellos. A mí nunca me gustó eso, era de las niñitas a las que les metían miedo fácilmente, y mi hermano más pillo, lo hacía harto. Para contrarrestar esos temores, a veces jugaba con los abuelos, cortaba una florcita y se la pasaba al tata para que se la diera a la abuela. La Viole le decía: ¿pololiemos?, a mi me gustaba eso. Jugábamos a que yo era su profesora, el tata se reía. A lo mejor nunca fui una nieta extraordinaria como las mayores que aprovecharon y vivieron bajo el respeto amoroso de la relación entre abuelos y nietos, el respeto hacia los más sabios. No debo haber sido así, no lo fui nunca, no porque haya sido mala, sino porque no alcancé a vivir esos años, pero tengo una memoria extraordinaria para recordar al menos, los años que me tocó de visitante y excursionista del pueblo que crió a mi familia paterna.

Pareciera que parte de una gran historia familiar se fuera a dormir, pero queda en nosotros despertar.

Con amor, a los artífices de mi emocionante existencia, mi familia, primos, tíos, abuelos, amore.

miércoles, 5 de mayo de 2010

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introspección semanal... cómo va todo ahi dentro?

algo ofuscado, algo abruscado, algo rebuscado

algo lleno de ideas, dudas y aflicciones

algo simple, alegre, con risas y botones de pánico

algo enamorada, algo suspicaz, algo creyente,

algo extraña, algo que encomienda al cielo la luz para avanzar más lejos

algo en espera de esperanza

algo de amor

primera gran lluvia de mayo

Sencillamente hoy fue un día hermoso. El camino recorrido se veía limpio, el suelo copado de hojas amarillas, y las nubes grisaceas con luces fluorecentes. Del tanto verde en esta ciudad, por su humedad, los árboles aún contenían gotas de agua que brillaban como cadenas de ampolletas miniaturas. Ésa humedad no puede ser maligna bajo mis pies, aunque las zapatillas no me acompañan con sus muchos orificios y rasgados por el uso, aún asi se siente de una frescura exquisita... Es la primera gran lluvia del año.
La inmensa belleza del casi invierno sureño, no parece ser importante para las personas que no se refugian junto a un fuego caliente, ni juegos para distraerse en estos días de agua. Por suerte, al medio día, las nubes se abrieron dejando un cielo reazul a la vista... ahí sólo me dolieron los ojos.

hola eduardo

no podemos perdernos,
te necesito tanto como tú a mi,
perdona la intromisión inoportuna de malos ratos,
tal vez son necesarios más para unirnos que separarnos,
no olvides lo mucho que te he querido,
y lo más que lo haré en los próximos días,

acaso no entiendes que la distancia tan fría se pone cada día?
y rima tanto,

me avergüenza a veces, oír opiniones de otros,
extraño esa paz que encuentro en nosotros,

huele mejor cuando dormimos en un mismo sueño

la realidad no es la de todos,
es la que hacemos tú y yo,
dejame cantar

te quiero, no dejo de hacerlo

,,,.-,khuyvtr

el empeño por pelear o corregir es más intenso que la libertad.
mientras que la libertad de espíritu es el derecho divino de todas las creaturas,
expandir el conocimiento con la tranquilidad del incumplimiento de metas propuestas como las verdaderas, ¡tremendo descanzo proyecto en mi mente!
nada más sútil que la paz interior, de la libertad,
conseguirla sin el método ultracapitalista moderno,
uno más enano imagino.

las condiciones, muchas condiciones os detienen!
buscad entre lo próximo, vuestros atisbos de paz

es lo que intento... encontrar paz máxima sin salirme de la ciudad,
no puedo salir de estos límites, y no lo haría,
lo necesito

lunes, 3 de mayo de 2010

Lo que en apariencias parecen ser difamaciones, incomprensiones,
o errores entre otras cosas, ellos por minúsculos que sean, embarran la carpa de emociones distinguidas.
Para suerte y bien del que quiera hacérselo, en sí representan puramente, una buena oportunidad para abrirse camino...