Hoy como cada día, mientras siga viva, desperté. Tenía pocas ganas de hacer lo que tenía que hacer.
Me pesaban las piernas y los ojos se querían cerrar,
el día parecía frío. Yo añoraba más sol.
Sabía que no estaba alentada, más bien lenta.
Algo quería hacer, pero no sabía qué...
Dejé que la mañana y la meditación me llevaran al siguiente movimiento.
Con sabiduría determinaron, que lo siguiente sería caminar sin objetivo,
sentarse por ahi, mirar y escuchar música,
siendo así, ocurrió más pronto de lo calculado,
mal cáculo tengo a propósito, y ubicación sentido, pésimo.
Ocasionalmente pienso, como deberían hacerlo todos,
que soy torpe, absurda, indecisa,
lo que a veces es bueno, y otras malo, dependiendo del momento.
En lo que caminé, me entretuve y llegué a sentirme menos confusa,
compré revistas viejas, de los años 50,
lo que acabó por dejar una inquietante satisfacción,
tras el descubrimiento de un tesoro viejo,
ilustre y olvidado.
Me gusta caminar, mirar sabiendo que los transeúntes tienen que hacer algo,
y me gusta que no saben que yo hago nada, que sólo estaba ahí por el gusto del tiempo disponible, o de la suspensión autoinfringida.
Miré a las señoras con sus bolsas en una mano y un helado en la otra;
vi a viejos depravados que babean como si fueran a alcanzar el objeto de su depravación;
los super autos veloces con sus tubos de escape tosiendo, los ruidos, los todos y todo.
Bueno, miré y miré tanto, que imaginé nuevas formas,
edificios saliendo de las nubes apuntando al infierno,
monos en los árboles tocandole el pelo a la gente,
párpados girados, y yo comiendo espuma de mar...
Concluí que, si hay espacio para todo aquello, lo habrá también para mí.
Así nomás, que llegué a sentirme mejor.......
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